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¿Soy perfeccionista? La importancia de un perfeccionismo sano

La doctora en psicología Raquel Baeza, directora de BAEZA Psicología & Formación del Centro Médico de Asturias, hoy nos habla del síndrome del perfeccionista, sus síntomas y consecuencias, remarcando la importancia de un perfeccionismo sano.

Raquel Baeza, psicóloga del Centro Médico de Asturias hablando del síndrome del perfeccionista y la importancia de un perfeccionismo Sano

El perfeccionismo en su justa medida está bien, pero el síndrome del perfeccionista o el perfil anáncastico para nosotros los psicólogos, es aquella persona ansiosa que quiere controlar todo lo que la rodea para evitar cualquier catástrofe. Si tienes alguno de los siguientes síntomas, puedes ser demasiado perfeccionista:

  • ¿Sientes ansiedad y estrés en tu vida diaria?
  • ¿Eres pesimista?
  • ¿Intentas controlar todo lo que te rodea?
  • ¿Te obsesionas demasiado con las cosas?
  • ¿Te hundes por pequeños fracasos?
  • ¿Tienes una autoestima condicionada: ¿si triunfas te valoras, si fracasas te desprecias?
  • ¿Insatisfacción vital, para ti nunca es suficiente?
  • ¿Te exiges demasiado a ti mismo/a y a los demás?
  • ¿Te comparas con los demás continuamente?
  • ¿Trabajas demasiado, no te tomas tiempo para descansar?
  • ¿Te importa demasiado la opinión que los demás tienen de ti y eso condiciona tu vida?

Ser perfeccionista es un rasgo de personalidad especialmente frecuente dentro de las personas que padecen ansiedad, y no es por casualidad, sino todo lo contrario, ya que el perfeccionismo es una de las mayores fuentes de angustia y estrés que nos podemos encontrar.

Para definir realmente lo que es perfeccionismo tenemos que atender a tres síntomas principales:

  1. La obsesión de la persona por mantener o lograr siempre objetivos altos en todo lo que emprende.
  2. Hacer depender su valor personal única y exclusivamente en función de los resultados obtenidos, siendo muy dependientes de la opinión de otros.
  3. Generar angustia y ansiedad para conseguir esos objetivos, y a pesar de ser conscientes de sus consecuencias negativas, sigue insistiendo en lograrlos.

El perfeccionista es exigente consigo mismo y controlador con los demás. Va a depender mucho de las opiniones ajenas, su pensamiento siempre es blanco o negro, con lo que un pequeño error va a ser un completo desastre, y esa forma de pensar es la que va a condicionar sus comportamientos futuros, por ejemplo, “Tengo el examen preparado para un 10 o ni lo intento“.

El perfeccionista se caracteriza también porque no juega para ganar, sino para no perder, es decir no disfruta jugando. Se mueve constantemente en el lenguaje de yo debo, ellos deben, de tal forma que cuando las cosas no se hacen como él espera es muy fácil que la ira le invada.

El gran problema del perfeccionista es que lo quiere hacer todo tan bien y tan perfecto que normalmente le ocurre lo contrario, se vuelven muy inútiles, porque para tomar una decisión dan infinitas vueltas a todas las posibilidades, o repasan una conversación con alguien muchísimas veces por miedo a meter la pata. El resultado es una enorme pérdida de tiempo y la propia sensación de sentirse inútiles hasta para decidirse por la elección más simple.

Hay que tener en cuenta que una persona no nace siendo perfeccionista, sino que se va haciendo con las experiencias de su propia vida, y que por lo tanto ese perfeccionismo es moldeable y trabajable. Muchas veces nos acostumbrarnos a la vida tan agitada que llevamos, somos muchos los que ni siquiera nos percatamos del nivel de estrés que tenemos, solemos quitarle importancia al creer que no hay mucho que hacer para combatirlo, ya sea dentro de nuestra vida personal o laboral. Un claro ejemplo es la siguiente situación:

  1. Si metemos la mano en agua muy caliente, la retiraremos inmediatamente.
  2. Si, por el contrario, primero metemos nuestro cuerpo en una bañera con agua templada y vamos dando a la caliente, nuestra mano puede superar más grados de calor que en el primero de los casos. Esto es porque existe una habituación, y esto es lo que nos pasa con la ansiedad, nos habituamos a ella hasta causar estrés.

Me gustaría remarcar que la ansiedad en sí no es mala, es la que nos hace estar alerta ante un peligro. Por ejemplo: si voy a cruzar una carretera y me va a atropellar un coche la ansiedad manda a mi cerebro la señal de cruzar rápidamente, esto es sano. Pero imaginemos, que estamos mandando esa señal de me va a atropellar un coche 24 horas al día, 365 días del año, esto es lo que pasa con el estrés.

El síndrome del perfeccionismo puede ser un problema que genera ansiedad y estrés

Necesitamos averiguar cuál es nuestro punto de equilibrio para tener una ansiedad sana, activa que nos permita trabajar mejor y saber cuándo esa ansiedad se empieza a trasformar en el estrés que reduce nuestra concentración y nos debilita el sistema inmune.

Supongamos que cada uno de nosotros es un jardinero que ama su jardín y le gusta cuidar de sus plantas y que las plantas son como las cosas que queremos en la vida, nos podemos preguntar a nosotros mismos: ¿cuáles son las plantas de mi jardín?, ¿cómo veo las plantas como jardinero?, ¿tienen flores, huelen bien, están frondosas?, ¿estoy cuidando las plantas que más quiero como yo las quiero cuidar?

Claro que no siempre dan las flores en el lugar que yo quiero, en el momento que yo lo deseo, a veces se marchitan a pesar del cuidado, la cuestión es cómo veo yo que las estoy cuidando ¿qué se interpone en mi camino para no cuidar las plantas como yo quiero? Pensar en lo siguiente, en todos los jardines crecen malas hierbas. Imagínese que cada uno de nosotros como jardinero corta las malas hierbas en el momento que las vemos, pero vuelven a aparecer, entonces nosotros nos enfadamos y nos afanamos en cortarlas cada vez más rápido, el problema es que muchas veces ese afán en quitar las malas hiervas hace que yo abandone el cuidado de mi precioso jardín, porque me he obcecado en las malas hiervas.

Es importante no centrarme sólo en las malas hiervas, si no de ser capaz de ver todo mi jardín precioso en todo su conjunto, al fin y al cabo, las malas hierbas también son importantes ya que pueden favorecer el crecimiento de otras plantas, bien porque dejen surcos o bien porque den espacio para que otras crezcan. A veces las plantas tienen partes que no gustan, pero sirven, como es el caso de las espinas de un rosal.

En definitva, la persona debe actuar en función de sus valores y mantener un perfeccionismo sano que nos la deje disfrutar de ellos.

Desde el equipo de BAEZA Psicología & Formación del Centro Médico de Asturias, estamos completamente concienciados de la problemática que arrastra dicho perfeccionismo y aparte de nuestras psicoterapias individuales, estamos desarrollando charlas y talleres prácticos de perfeccionismo grupales, con el fin de concienciar y prevenir el perfeccionismo extremo que nos bloquea y genera ansiedad, angustia y síntomas depresivos.

Artículo publicado en la revista del Centro Médico de Asturias. Página 30

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